martes, 11 de junio de 2013

Historia

Historia:
Se cuenta que "El carro" llegó a Europa y Asia occidental en el cuarto milenio antes de Cristo, y al Valle del Indo hacia el tercer milenio antes de Cristo.
Pequeñas carretas de mano han sido utilizadas en muchas ocasiones a lo largo de la historia.
 En el siglo XIX, por ejemplo, durante la migración mormona hacia el actual territorio de los Estados Unidos, entre 1856 y 1860, se utilizaron estas carretas. 



En la antigua Roma los líderes derrotados eran a menudo transportados en carretas durante la exhibición triunfal del general victorioso. Los carros para la carrera tenían forma de concha puesta sobre dos ruedas, más alta por delante que por detrás, con una lanza muy corta, a la cual se utilizaban cuatro caballos de frente. Los carros de triunfo tenían una forma redondeada; el vencedor iba en él en pie y dirigía por sí mismo los caballos.
Servían también los carros para otras ceremonias: se llevaban en ellos las imágenes de los dioses en el día de preces públicas; se ponían también en los mismos las estatuas de aquellos cuya apoteosis se hacía, e iban en ellos las familias ilustres que asistían a la fiesta. Los cónsules, al encargarse del mando, eran asimismo conducidos en ellos. 



La historia del automóvil empieza con los vehículos autopropulsados por vapor del siglo XVIII. En 1885 se crea el primer vehículo automóvil por motor de combustión interna con gasolina. Se divide en una serie de etapas marcadas por los principales hitos tecnológicos.

Uno de los inventos más característicos del siglo XX ha sido sin duda el automóvil. Los primeros prototipos se crearon a finales del XIX, pero no fue hasta alguna década después cuando estos vehículos empezaron a ser vistos como algo "útil".
El intento de obtener una fuerza motriz que sustituyera a los caballos se remonta al siglo XVII. La historia del automóvil recorre las tres fases de los grandes medios de propulsión: vapor, electricidad y gasolina.
El primer vehículo a vapor (1769) es el "Fardier", creado por Nicolás Cugnot, demasiado pesado, ruidoso y temible.

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